Este blog solo tiene un propósito y es que hagamos un paréntesis en nuestras vidas, e intentemos por unos momentos aparcar los problemas del día a día y relajarnos un poco, hay que pensar que la vida es un regalo aprendamos a disfrutarlo.

sábado, 16 de febrero de 2008

Aprender

PARA APRENDER
Si puedes conservar tu cabeza, cuando a tu alrededor todos la pierden y te cubren de reproches;
si puedes tener fe en ti mismo, cuando duden de ti los demás hombres y ser indulgente para su duda;
si puedes esperar, y no sentirte cansado con la espera;
si puedes, siendo blanco de falsedades, no caer en la mentira, y si eres odiado, no devolver el odio; sin que te creas, por eso, ni demasiado bueno, ni demasiado cuerdo;
si puedes soñar sin que los sueños, imperiosamente te dominen;
si puedes pensar, sin que los pensamientos sean tu objeto único;
si puedes encararte con el triunfo y el desastre, y tratar de la misma manera a esos dos impostores;
si puedes aguantar que a la verdad por ti expuesta la veas retorcida por los pícaros; para convertirla en lazo de los tontos,
o contemplar que las cosas a que diste tu vida se han desecho, y agacharte y construirlas de nuevo, ¡aunque sea con gastados instrumentos!
si eres capaz de juntar, en un solo haz, todos tus triunfos y arriesgarlos, a cara o cruz, en una sola vuelta y si perdieras, empezar otra vez como cuando empezaste y nunca más exhalar una palabra sobre la pérdida sufrida!
si puedes obligar a tu corazón, a tus fibras, a tus nervios, a que te obedezcan aún después de haber desfallecido y que así se mantengan, hasta que en ti no haya otra cosa que la voluntad gritando: “¡Persistid, es la Orden!”
Si puedes hablar con multitudes y conservar tu virtud, o alternar con reyes y no perder tus comunes rasgos;
si nadie, ni enemigos, ni amantes amigos, pueden causarte daño;
si todos los hombres pueden contar contigo, pero ninguno demasiado;
si eres capaz de llenar el inexorable minuto, con el valor de los sesenta segundos de la distancia final; tuya será la tierra y cuanto ella contenga y -lo que vale más- serás un hombre ¡Hijo mío!
Rudyard Kipling

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