Este blog solo tiene un propósito y es que hagamos un paréntesis en nuestras vidas, e intentemos por unos momentos aparcar los problemas del día a día y relajarnos un poco, hay que pensar que la vida es un regalo aprendamos a disfrutarlo.

domingo, 30 de marzo de 2008

Día

EL  MEJOR  DÍA 

ESTA MAÑANA DESPERTÉ EMOCIONADO CON TODAS LAS COSAS QUE   TENGO QUE HACER ANTES DE QUE EL RELOJ MARQUE LA MEDIA NOCHE.  TENGO RESPONSABILIDADES QUE CUMPLIR HOY.
SOY IMPORTANTE.

MI TRABAJO ES ESCOGER QUE CLASE DE DIA VOY A TENER, HOY
PUEDO QUEJARME PORQUE EL DIA ESTA LLUVIOSO, O PUEDO
DAR GRACIAS A DIOS PORQUE LAS PLANTAS ESTÁN SIENDO
REGADAS GRATIS.

HOY  ME PUEDO SENTIR TRISTE PORQUE NO TENGO MAS DINERO,
O PUEDO ESTAR CONTENTO PORQUE MIS FINANZAS ME EMPUJAN
A PLANEAR MIS COMPRAS CON INTELIGENCIA.

HOY PUEDO QUEJARME DE MI SALUD O PUEDO REGOCIJARME
PORQUE ESTOY VIVO.

HOY PUEDO LAMENTARME POR TODO LO QUE MIS PADRES NO ME
DIERON MIENTRAS ESTABA CRECIENDO, O PUEDO SENTIRME
AGRADECIDO DE QUE ME PERMITIERAN HABER NACIDO.

HOY PUEDO LLORAR PORQUE LAS ROSAS TIENEN ESPINAS, O
PUEDO CELEBRAR  ESPINAS TIENEN ROSAS.

HOY PUEDO QUEJARME PORQUE TENGO QUE IR A TRABAJAR
O PUEDO GRITAR DE ALEGRÍA PORQUE TENGO UN TRABAJO.

HOY PUEDO QUEJARME PORQUE TENGO QUE IR A LA ESCUELA,
O PUEDO ESTUDIAR Y ABRIR MI MENTE ENÉRGICAMENTE Y
LLENARLA DE NUEVOS Y RICOS CONOCIMIENTOS.

EL DIA SE PRESENTA ANTE MI ESPERANDO A QUE YO LE DE FORMA
Y AQUÍ ESTOY YO!  SU ESCULTOR.

LO QUE SUCEDA HOY DEPENDE DE MI, DE NADIE MAS YO DEBO
ESCOGER QUE TIPO DE DIA VOY A TENER.


 TEN UN GRAN DIA . . . DIOS TE LO REGALA  DISFRUTALO.

sábado, 29 de marzo de 2008

El ladrillo

José iba en su nuevo automóvil, un gran Jaguar a mucha velocidad.
¿La razón? Llegaría tarde al trabajo si no corría.
Su automóvil Jaguar rojo brillante, era una de sus mas preciadas posesiones, cuando súbitamente... ¡Un ladrillo se estrelló en la puerta de atrás!
José frenó el auto y dio reversa hasta el lugar de donde el ladrillo había salido.
Se bajó del automóvil y vio a un niño sentado en el piso. Lo agarró, lo sacudió y le gritó muy enojado: ¿Qué demonios andas haciendo? ¡Te va a costar muy caro lo que le hiciste a mi auto! ¿Por qué me tiraste el ladrillo?
El niño llorando, le contestó:"Lo siento, señor, pero no sabía qué hacer, mi hermano se cayó de su silla de ruedas y está lastimado, y no lo puedo levantar yo solo. Nadie quería detenerse a ayudarme!"
José sintió un nudo en la garganta, fue a levantar al joven, lo sentó en su silla de ruedas, y lo revisó. Vio que sus raspaduras eran menores, y que no estaba en peligro.
Mientras el pequeño de 7 años empujaba a su hermano en la silla de ruedas hacia su casa, José caminó lentamente a su Jaguar, pensando...
JOSÉ NUNCA LLEVÓ A REPARAR EL AUTO, DEJÓ LA PUERTA COMO ESTABA, PARA HACERLE RECORDAR QUE NO DEBÍA IR A TRAVÉS DE LA VIDA TAN RÁPIDO COMO PARA QUE ALGUIEN TENGA QUE TIRARLE UN LADRILLO PARA LLAMAR SU ATENCIÓN.  

viernes, 28 de marzo de 2008

La prueba final

John X se levantó del banco, arreglando su uniforme, y estudió la multitud de gente que se abría paso hacia la Gran Estación Central. Buscó la chica cuyo corazón conocía pero cuya cara nunca había visto: la chica de la rosa.

El interés en ella había comenzado 13 meses antes en una Biblioteca de Florida. Tomando un libro del estante, se encontró intrigado, no por las palabras del libro sino por las notas escritas en el margen. La escritura suave reflejaba un alma pensativa y una mente brillante. En la parte del frente del libro descubrió el nombre de la dueña anterior, la señorita Maynell.

Con tiempo y esfuerzo localizó su dirección. Ella vivía en Nueva York. Le escribió una carta para presentarse y para invitarla a corresponderle. Al día siguiente, John fue enviado por barco para servir en la II Guerra Mundial. Durante un año y un mes, los dos se conocieron a través del correo, y el romance fue creciendo. John le pidió una fotografía, pero ella se negó. Le contestó que si a él de verdad le importaba, no importaría como fuera ella.

Cuando por fin llegó el día en que él regresaría de Europa, arreglaron su primer encuentro: a las 7:00 de la tarde en la Gran Estación Central de Nueva York.
"Tú me reconocerás", dijo ella, "por la rosa que llevaré en la solapa".
 Así fue que a las 7:00 John estaba en la estación buscándola. 
Pero ahora dejaré que el señor X les cuente lo que sucedió:

"Una joven mujer vino hacia mi, su figura alta y esbelta. Su cabello rubio y rizado se encontraba detrás de sus delicadas orejas; sus ojos eran azules como flores. Sus labios y su mentón tenían una gentil firmeza y dentro de su traje verde pálido era como la primavera en vida. Me acerqué caminando hacia ella sin darme  cuenta de que no llevaba la rosa. Mientras me movía, una pequeña y provocativa sonrisa curvó sus labios:
"¿Vas por mí, marinero?" murmuró ella.
Casi incontrolablemente  di un paso hacia ella y entonces vi a Hollis Maynell. Estaba parada casi directamente detrás de la chica. Una mujer, ya pasada de sus 40, con cabello grisáceo bajo un sombrero gastado. Era más que regordeta, sus pies, con gruesos tobillos descansaban en zapatos de suela baja.
La chica del traje verde se iba rápidamente. Sentí como si me partiera en dos: mi deseo tan agudo de seguirla, y a la vez tan profundo mi anhelo por la mujer cuyo espíritu me había acompañado y apoyado durante la guerra. Y ahí estaba ella... Su pálida y rolliza cara era gentil y sensible, sus ojos grises tenían un brillo cálido y amigable... No vacilé; mis dedos apretaron la pequeña y usada copia de cuero del libro que llevaba para identificarme con ella. Esto no sería amor, pero seria algo preciado, algo quizá mejor que el amor, una amistad por la que había y debía estar siempre agradecido. Cuadré mis hombros, saludé y le ofrecí el libro a la mujer, aunque mientras hablaba me sentí ahogado por la amargura de mi decepción.
"Soy el Teniente John X, y usted debe ser la Srta. Maynell. Estoy muy contento de que me pudiera conocer; ¿La puedo llevar a cenar?"
La cara de la mujer se ensanchó en una sonrisa tolerante.
"No sé de qué se trata esto, hijo" respondió ella, "pero la señorita del traje verde que se acaba de ir me rogó que usara esta rosa en mi abrigo. Y me dijo que si usted me invitaba a cenar, yo le dijera que ella le está esperando en el restaurante de enfrente. ¡Dijo que era una clase de prueba!"
No es difícil de entender y admirar la sabiduría de la Srta. Maynell. La verdadera naturaleza de un corazón se ve en su respuesta a lo no atractivo.

"Dime a quien amas" escribió Houssaye, "Y te diré quien eres".

jueves, 27 de marzo de 2008

Cuerda

¿CUÁL ES TU CUERDA?
Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua inicio su travesía, después de años de preparación. Pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde... Pero, obsesionado, no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima.
Oscureció, la noche cayo con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... Caía a una velocidad vertiginosa, solo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que se deslizaban por la misma oscuridad y sentir la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo... Y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida; pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte en dos... ¡Sí!, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedo más que gritar:
-¡Ayúdame Dios Mío... !-
De repente una voz grave y profunda le contestó desde los cielos:
-¿Que quieres que haga, Hijo Mío?-
-¡Sálvame, Dios Mío!-
-¿Realmente crees que te pueda salvar?-
-¡Por supuesto, Señor...!-
-Entonces corta la cuerda que te sostiene...-
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó...
Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado fuertemente con las manos a una cuerda... ¡A TAN SÓLO DOS METROS DEL SUELO...!
¿Y tú? ¿Qué tan confiado estás de tu cuerda? ¿Porqué no la sueltas?

miércoles, 26 de marzo de 2008

El error

"El error más grande lo cometes cuando, por temor a equivocarte, te
equivocas dejando de arriesgar en el viaje hacia tus objetivos.
 
No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino,
retrocede para seguir avanzando hacia el mar; se equivoca el agua que por  temor a equivocarse, se estanca y se pudre en la laguna.
 
No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta; se equivoca la que por no morir bajo la tierra, renuncia a la vida.
 
No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus metas, se equivoca aquel que por temor a equivocarse no acciona.
 
No se equivoca el pájaro que ensayando el primer vuelo cae al suelo, se
equivoca aquel que por temor a caerse renuncia a volar permaneciendo en el nido.
 
Pienso que se equivocan aquellos que no aceptan que ser hombre es buscarse a sí mismo cada día, sin encontrarse nunca plenamente. Creo que al final del camino no te premiarán por lo que encuentres, sino por aquello que hayas buscado honestamente."

martes, 25 de marzo de 2008

Reflexión

ZANAHORIAS, HUEVOS... Y CAFÉ!

Había una vez una hija que a menudo se quejaba a su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía como hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café.
Las dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose que estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó la zanahorias y las puso en un tazón. Sacó los huevos y los puso en otro tazón. Sacó el café y lo puso en un tercer tazón.
Mirando a su hija le dijo: "Querida ¿qué ves?”
"Zanahorias huevos y café"- fue su respuesta.
Entonces la hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas.
Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera... Luego de sacarle la cáscara observó que estaba duro.
Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?"
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al agua, fuerte, dura... pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.
El huevo había llegado al agua frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido...
Los granos de café sin embargo eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua.
"¿Cuál eres tú?", le preguntó a su hija. Cuando la adversidad llama a tu puerta ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?"   

¿Y CÓMO ERES TÚ? 
¿ERES UNA ZANAHORIA, QUE PARECE FUERTE, PERO QUE CUANDO LA ADVERSIDAD Y EL DOLOR TE TOCAN, TE VUELVES DÉBIL Y PIERDES TU FORTALEZA? 
¿ERES UN HUEVO, QUE COMIENZA CON UN CORAZÓN MALEABLE?
¿POSEÍAS UN ESPÍRITU FLUIDO, PERO DESPUÉS DE UNA MUERTE, UNA SEPARACIÓN, UN DIVORCIO O UN DESPIDO TE HAS VUELTO DURO Y RÍGIDO?
¿POR FUERA TE VES IGUAL, PERO ERES AMARGADO Y ÁSPERO, CON UN ESPÍRITU Y UN CORAZÓN ENDURECIDO?.....  
¿O ERES COMO UN GRANO DE CAFÉ? 
EL CAFÉ CAMBIA AL AGUA HIRVIENTE, EL ELEMENTO QUE LE CAUSA DOLOR. CUANDO EL AGUA LLEGA AL PUNTO DE EBULLICIÓN EL CAFÉ ALCANZA SU MEJOR SABOR. 
¡SI ERES COMO EL GRANO DE CAFÉ, CUANDO LAS COSAS SE PONEN PEOR TÚ REACCIONAS MEJOR Y HACES QUE LAS COSAS A TU ALREDEDOR MEJOREN!

lunes, 24 de marzo de 2008

La tacita

Se cuenta que alguna vez en Inglaterra, existía una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de sus tiendas favoritas era una adonde vendían vajillas antiguas.
En una de sus visitas a la tienda vieron una hermosa tacita. "Me permite ver esa taza?", preguntó la señora... "¡Nunca he visto nada tan fino como eso!".
En cuanto tuvo en sus manos la taza, escuchó que la tacita comenzó a hablar.
La tacita le comentó: "Usted no entiende! ¡Yo no siempre he sido esta taza que usted esta sosteniendo! Hace mucho tiempo yo sólo era un montón de barro amorfo. Mi creador me tomó entre sus manos y me golpeó y me amoldó cariñosamente; llegó un momento en que me desesperé y le grité: "Por favor, ya déjame en Paz!" Pero sólo me sonrió y me dijo: "Aguanta un poco más, todavía no es tiempo".
-Después me puso en un horno. ¡Yo nunca había sentido tanto calor! Me pregunté porqué mi creador querría quemarme, así que toqué la puerta del horno.
-A través de la ventana del horno pude leer los labios de mi creador que me decían: "aguanta un poco más, todavía no es tiempo".
-Finalmente se abrió la puerta. Mi creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. "Así está mucho mejor!" me dije a mí misma, pero apenas me había refrescado cuando mi creador ya me estaba cepillando y pintando.
-¡El olor de la pintura era horrible! ¡Sentía que me ahogaría! "¡Por favor detente!" le gritaba yo a mi creador, pero él sólo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía "aguanta un poco más, todavía no es tiempo".
-Al fin dejó de pintarme; pero esta vez me tomó y me metió nuevamente a otro horno ¡No era un horno como el primero, sino que era mucho más caliente!
-¡Ahora sí estaba segura que me sofocaría! ¡Le rogué y le imploré que me sacara! ¡Grité, lloré!... Pero mi creador sólo me miraba diciendo "aguanta un poco más, todavía no es tiempo."
-¡En ese momento me di cuenta que no había esperanza! ¡Nunca lograría sobrevivir a ese horno! Justo cuando estaba a punto de darme por vencida, se abrió la puerta y mi creador me tomó cariñosamente y me puso en una repisa que era aún mas alta que la primera. Allí me dejó un momento para que me refrescara.
-Después de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: "Mírate! Ésta eres tú!" ¡Yo no podía creerlo!... Esa no podía ser yo.
-¡Lo que veía era hermoso! Mi creador, nuevamente, me dijo: "Yo sé que te dolió haber sido golpeada y amoldada por mis manos, pero si te hubiera dejado como estabas, te hubieras secado.
-Sé que te causó mucho calor y dolor estar en el primer horno, pero de no haberte puesto allí, seguramente hubieras estallado.
-También sé que los gases de la pintura te provocaron muchas molestias, pero de no haberte pintado, tu vida no tendría color. Y si yo no te hubiera puesto en ese segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido la suficiente para que subsistieras.
-¡Ahora tú eres un producto terminado! ¡Eres lo que yo tenía en mente cuando te comencé a formar!
Igual pasa con nosotros. Dios nunca nos va a tentar ni a obligar a que vivamos algo que no podamos soportar. Dios sabe lo que está haciendo con cada uno de nosotros. El nos amolda y nos da forma para que lleguemos a ser una pieza perfecta y podamos cumplir con su voluntad.

domingo, 23 de marzo de 2008

El buscador

“Un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra.
Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando;
es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.”
 

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la cuidad de Kammir.
Él había aprendido a hacer caso riguroso a estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. 
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir.
Un poco antes de llegar  al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada.
Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar... 
De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. 
El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar entre los árboles. 
Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor. 
Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió sobre una de las piedras, aquella inscripción: 
“Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”.

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar. 
Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla, decía:  
“Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. 
El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. 
Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. 
Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años... Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar. 
El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó; lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar. 
- No, ningún familiar; dijo el buscador.
- ¿Qué pasa con este pueblo?
¿Qué cosa tan terrible hay en ésta ciudad?
¡¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre ésta gente, que los ha obligado a construir un cementerio de chicos?! 
El anciano se sonrió y dijo: 
- Puede Ud. serenarse; no hay tal maldición... Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: 
Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello. 
Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:
a la izquierda, qué fue lo disfrutado...
a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo. 
Conoció a su novia, y se enamoró de ella.
¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?.
¿Una semana?, ¿Dos?, ¿Tres semanas y media?... 
Y después...
la emoción del primer beso,
el placer maravilloso del primer beso, ¿cuánto duró?,
¿el minuto y medio de beso?, ¿dos días?, ¿una semana?... 
¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo...? 
¿y el casamiento de los amigos...? 
¿y el viaje más deseado...? 
¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano...? 
¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones...? 
¿Horas?, ¿Días? ...
Así... vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos... Cada momento... 
Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba...  
¡PORQUE ÉSE ES, PARA NOSOTROS, EL ÚNICO Y VERDADERO TIEMPO VIVIDO!

viernes, 21 de marzo de 2008

Pensamiento

LAS COSAS NO SIEMPRE SON LO QUE PARECEN
Dos Ángeles de viaje se detuvieron para pasar la noche en la casa de una familia adinerada.
La familia era ruda y le negó a los ángeles quedarse en el cuarto de huéspedes de la mansión, en cambio les dieron un espacio pequeño en el sótano frío.
Cuando ellos hicieron su cama en el suelo duro, el ángel más viejo vio un agujero en la pared y lo reparó. La noche siguiente el par de ángeles fue a descansar en la casa de un pobre granjero muy hospitalario y su esposa; después de compartir la humilde comida, la pareja de granjeros le cedió su cuarto a los ángeles para que puedan descansar bien.
Cuando el sol surgió a la mañana siguiente los ángeles encontraron al granjero y su esposa llorando. Su única vaca, cuya leche había sido su sólo ingreso, yacía en el campo. El ángel más joven se asombró y le preguntó al más viejo cómo pudo permitir que esto ocurriese.....
-El primer hombre tenía todo, y todavía tu lo ayudaste... La segunda familia tenía muy poco y estaba dispuesta a compartir todo... ¡Y tú permitiste que la vaca se les muriese...!

-Las cosas no son siempre lo que parecen, contestó el más viejo.
-Cuando nosotros nos quedamos en el sótano de la mansión, noté por el agujero de la pared que había muchos sacos de oro en la habitación vecina. Como el dueño se obsesionó con su avaricia y no era capaz de compartir su fortuna, yo le sellé la pared para que nunca más los vuelvan a encontrar.

- Y anoche, cuando nos fuimos a dormir a la cama de los granjeros, vino el ángel de la muerte para llevarse a su esposa, yo le di en cambio la vaca....Las cosas no siempre son como parecen.

A veces esto es exactamente lo que pasa, todo en la vida tiene su porqué; a veces nos cuesta encontrarlo y otras veces le damos la espalda.

DEJA QUE TU ÁNGEL DE LA GUARDA TE GUÍE Y SÉ TU MISMO, NADIE MEJOR QUE TÚ PARA DISCERNIR.
BENDICE Y AGRADECE CADA MOMENTO VIVIDO, QUE SERÁ LA RECOMPENSA HACIA EL FUTURO. 

jueves, 20 de marzo de 2008

La tienda

LA TIENDA
Tiempo atrás caminaba por el sendero de la vida y encontré un letrero que decía "LA TIENDA". Me acerqué a la puerta y la misma se abrió lentamente. 
Cuando me di cuenta, ya estaba adentro. 
Vi muchos ángeles parados por todas partes. Uno de ellos me entregó una canasta y me dijo:
"Elige tranquilo, todo lo que un buen hijo de Dios necesita se encuentra en esta tienda". 
Primero compré paciencia. Luego, vi que el amor estaba en la misma fila y también lo tomé. Más abajo había comprensión, que siempre se necesita. Compré dos cajas de sabiduría y dos bolsas de fe. Me llamó mucho la atención el empaque del perdón y decidí llevar seis o siete de ellos.
En otros estantes me detuve a comprar fuerza y coraje para ayudarme en esta carrera de la vida. Cuando ya tenía la canasta casi llena, recordé que necesitaba un poco de gracias. Tampoco me podía olvidar de la salvación que ese día la ofrecían gratis. 
Caminé hasta la caja para pagar mi cuenta pues creí que ya tenía todo lo que necesitaba. 
Al lado de la caja vi la oración y la puse en un rincón de mi canasta, pues sabía que apenas dejara el lugar la iba a utilizar. La paz y la felicidad estaban en los estantes pequeños y tomé también un envase de cada una. 
La alegría colgaba del techo y arranqué una para mí. 
Llegué al cajero y le pregunté ¿Cuánto le debo? 
Con una amplia sonrisa, él me contestó: 
"El Señor ya pagó tu cuenta... hace mucho, mucho tiempo". 
Creo que el Señor, al salir nosotros de "La Tienda" (su Sagrado) espera de nuestra parte el agradecimiento, la alegría en el vivir cotidiano, llenos de esperanza y solidarios en el amor fraterno.

martes, 18 de marzo de 2008

Algo para reflexionar...


Lo que importa no es lo que hacemos, sino
el tipo de energía que ponemos en nuestra tarea.
Si estamos simplemente perdiendo nuestro
tiempo, jamás seremos recompensados por ello.
Buscar puede ser peligroso,
pero es necesario arriesgarse para llegar a destino.
Debemos dar lo mejor de nosotros mismos.
Si no actuamos con sinceridad,
nos engañamos tanto a nosotros como a los demás, aunque por poco tiempo.
No hay fórmulas para comprender la verdad del Camino: Cada uno debe correr los riesgos de sus propios pasos.
Inédito

viernes, 14 de marzo de 2008

El futuro

EL OTRO HALCON

Un rey recibió como obsequio, dos pequeños halcones, y los entregó al maestro de cetrería, para que los entrenara.
Pasando unos meses, el maestro le informó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente, pero que al otro no sabía que le sucedía; no se había movido de la rama donde lo dejo desde el día que llegó.
El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacer volar el ave. Encargó, entonces, la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Al día siguiente, por la ventana, el monarca pudo observar, que el ave aún continuaba inmóvil.
Entonces, decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines. El rey le dijo a su corte, "Traedme al autor de ese milagro". Su corte rápidamente le presentó a un campesino. El rey le preguntó: - ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago? ..Intimidado el campesino le dijo al rey:
- Fue fácil mi rey. Sólo corte la rama, y el halcón voló. Se dio cuenta que tenía alas y se largó a volar.
 
¿Sabes qué tienes alas? ¿Sabes qué puedes volar?
¿A qué te estás agarrado? ¿De qué no te puedes soltar?
¿Qué estás esperando para volar?
No puedes descubrir nuevos mares... a menos que tengas el coraje para volar.
Vivimos dentro de una zona de comodidad donde nos movemos, y creemos que eso es lo único que existe. Dentro de esa zona está todo lo que sabemos, y todo lo que creemos.
Viven nuestros valores, nuestros miedos y nuestras limitaciones.
En esa zona reina nuestro pasado y nuestra historia.
Todo lo conocido, cotidiano y fácil.
Es nuestra zona de confort y, por lo general, creemos que es nuestro único lugar y modo de vivir. Tenemos sueños, queremos resultados, buscamos oportunidades, pero no siempre estamos dispuestos a correr riesgos. No siempre estamos dispuestos a transitar caminos difíciles.
Nos conformamos con lo que tenemos; creemos que es lo único y posible, y aprendemos a vivir desde la resignación.
El liderazgo es la habilidad que podemos adquirir cuando aprendemos a ampliar nuestra zona de comodidad. Cuando estamos dispuestos a correr riesgos, cuando aprendamos a caminar en la cuerda floja, cuando estamos dispuestos a levantar la vara que mide nuestro potencial.
Un verdadero líder tiene seguridad en sí mismo para permanecer solo; coraje, para tomar decisiones difíciles; audacia, para transitar hacia lo nuevo con pasión, y ternura suficiente, para escuchar las necesidades de los demás.
El hombre no busca ser un líder. Se convierte en líder por la calidad de sus acciones y la integridad de sus intentos. Los lideres son como las águilas: no vuelan en bandadas...
Los encuentras cada tanto y volando solos. Nadie vendrá a rescatarte; nadie cortará tu rama. Tú eres el mago. Tu futuro, está en tus manos. Sólo necesitas comenzar... y confiar en Dios.

Entonces... ¿qué es tener éxito ?
Es comenzar por tener un sueño.
Es comprometerte con tus sueños.
Es tener confianza en ti.
Es algo que no aparece por casualidad.
Es aceptar lo que no se puede cambiar.
Es saber cambiar a tiempo.
Es saber que lo único permanente es el cambio.
Es saber y poder delegar en los demás, parte de tu tarea.
Es volver a empezar.
Es reconocerte en tus logros.
Es saber disfrutar de tus logros.
Es reconocer que te equivocaste y pedir perdón.
Es reconocer que detrás de cada acierto, puede haber varios fracasos.
Es enamorarte de lo que haces.
Es no postergar y hacer algo ahora.
Es darte cuenta que estás eligiendo a cada momento.
Es reconocer tus propias debilidades y fortalezas.
Es no parar jamás, hasta conseguir tus sueños.
Es saber con qué fin hacemos las cosas.
Es no mirar hacia atrás.
Es actuar con entusiasmo.
Es transitar por caminos desconocidos.
Es probar hacer algo que nunca hiciste.
Es saber que no estamos solos.
Es no rendirse jamás.
Es rendirse ante lo que no se puede cambiar.
Es disfrutar de cada momento.
Es disfrutar del tiempo libre.
Es tener tiempo libre.
Es pensar positivo.
Es tener metas claras.
Es tener perseverancia para alcanzar tus sueños.
Es estar preparado para ver la oportunidad.
Es tener una actitud positiva.
Es desarrollar la creatividad.
Es utilizar la imaginación.
Es recomenzar con el mismo entusiasmo.
Es volver a empezar, sin darse por vencido.
Es hacer las cosas lo mejor posible, pero hacerlas.
Es actuar como si ya hubieras logrado tus metas.
Es tener claridad en el propósito.
Es no hacerse problema por las cosas pequeñas.
Es dejar una huella para que otros puedan seguir.
Es jugar a ganar por disfrutar.
Es tener conciencia de lo que uno quiere.
Es arriesgar.

Daniel y ...

Daniel y el Enemigo
Ánimo
Era una noche oscura, fría y Daniel estaba saboreando un café, sentado en el sillón favorito de su salón.
Su familia dormía y él mientras tanto reflexionaba sobre las cosas de la vida. Sin darse cuenta se hicieron las tres de la mañana, y llevó su taza a la cocina para irse a dormir, cuando de repente vio una figura de aspecto muy desagradable.
-¿Quien eres? preguntó. -Soy la Muerte ¿Sabes a qué he venido?
-Creo que si, ¿Ha llegado mi hora verdad? Le pregunto, Daniel con resignación.
Un poco confundida, la  Muerte preguntó a su víctima: -¿No vas a llorar? ¡Todos lo hacen! se arrodillan, suplican, juran que serán mejores, ruegan por otra oportunidad; pero tú, aceptas mi llegada con resignación.
Con un nudo en la garganta, Daniel respondió: -¿De qué serviría? Nunca me darás otra oportunidad, tú solo haces tu trabajo. -Tienes razón, yo solo hago mi trabajo.
-No lo entiendes, dijo Daniel, con tono de reproche, yo perdí a mi padre cuando tenía 15 años y mi sufrimiento fue muy grande…
Mi hija menor tiene tan solo 4 y no quiero que pase por lo mismo, déjame por lo menos decirle que la amo.
Mi hijo mayor no me creería, y mi esposa, bueno… a ella no creo que le interese si la amo o no. Nos hemos distanciado mucho.
Pero mi niña, no hay día que entre por la puerta y no esté ahí para recibirme con un beso.
-Deja de hablar, se hace tarde, todos hacen lo mismo, se acuerdan de examinar su conciencia en este preciso momento. Lástima que no lo hagan antes, tuvieron toda una vida por delante, pudieron tomar las desiciones necesarias para vivir de la mejor forma, y manifestar el amor y el cariño a sus seres queridos, pero no lo hicieron, desperdiciaron los mejores momentos y ahora es tarde, dijo la Muerte.                 
Ambos salieron de la casa y se subieron a un extraño transporte que les aguardaba en la calle.
-No todo es aburrido en el estado de muerte, no puedo decirte lo que pasará al llegar, pero te propongo que juguemos una partida de Ajedrez “para matar el tiempo” Dijo la Muerte.                 
-Que curioso, creí que no tenías sentido del humor, dijo Daniel, con una sonrisa nerviosa.
Y empezaron a jugar. Con manos temblorosas Daniel comenzó y consiguió un alfil y un caballo.
-¿A qué te dedicabas en vida? Preguntó la Muerte
-Fui, un simple empleado en una fábrica de calzado.
-¿Obrero?
-No, trabajaba en la administración.
-Ah… Supongo que te encargabas de ver si faltaba algún producto o dinero.
-Sí, ese era mi trabajo.
-Pero hay algo que no entiendo, dijo la Muerte -¿Qué es lo que no entiendes?
-Ustedes teniendo tantas cosas buenas por hacer, se encierran en el trabajo, se olvidan de los sentimientos, de las personas que les rodean y les aman, se vuelven egoístas y violentos, pero cuando yo vengo a buscarles, de pronto demuestran ternura, humildad, tristeza, miedo, e incluso lloran. ¿Por qué esperan a que llegue yo, cuando ya no se puede cambiar nada?
-No lo sé, respondió Daniel.
Ustedes son dueños de su propia vida, capaces de decidir qué harán con ella y casi siempre observo que la decisión más común es desperdiciarla viviendo sin manifestar cariño, amor o respeto…
-Te creí más cruel, comentó Daniel.
- ¡Nada es lo que parece!
El silencio reinó por unos instantes mientras Daniel ponía en jaque a la Muerte.
-Dime… ¿Qué pensabas cuando te casaste?
-Pensaba en ser feliz, en formar una familia, en ser parte de la alta sociedad.
-¿Y lo lograste?
-Es broma ¿verdad? Me encontraste solo en la cocina, durante la madrugada. Si hubiese mostrado más amor a mi familia todo hubiera sido distinto.
Ya por ese entonces las lágrimas habían empapado el rostro de Daniel, cuando de pronto exclamó: -¡Jaque Mate! La Muerte sonrió y dijo: -¡Felicidades!
Daniel suspiró y respondió: -Es una pena que ganar o perder ya no sirva de nada. Todo se acabó y un simple juego de ajedrez no puede alejar a mi familia de mi mente.
 Mientras las lágrimas brotaban del rostro de Daniel, la Muerte exclamó: -¡Llegamos!
Daniel intentó calmarse, pero al abrir los ojos estaba de nuevo en su viejo sillón. Eran las 6:45 de la mañana y mientras en su cabeza resonaban las palabras ¡ESTOY VIVO!, salió al patio y mirando hacia el cielo gritó a viva voz: ¡¡GRACIAS, DIOS MÍO!!
Luego, entró en la habitación de su hija y la besó, lo mismo hizo con su esposa y con su hijo mayor.
Todo había sido un sueño.
 
“Aprovechemos el día de hoy tal vez mañana no sea un sueño y sea la muerte quien nos diga: ¡Jaque Mate!”

martes, 11 de marzo de 2008

Interpretando

¿Para que estamos aquí? No es una pregunta sencilla de responder, y ultimamente he pensado que no es una pregunta que para nosotros humanos tenga una respuesta. Con esto no estoy insinuando que no haya respuesta, sino simplemente que es una que no podemos alcanzar.
Sé que si alejo por un momento todo el ruido existencial del que me rodeo, la respuesta personal del por qué estoy aquí va allegar como por arte de magia. Perro soy a veces muy perezoso para controlar ese ruido, además, como mucho, tengo miedo a la respuesta verdadera.
Pero como todos los humanos me esfuerzo diariamente por vencer el miedo y llegar a una solución. Encontrar el sentido a la vida, e ironicamente esa busqueda de sentido hace que me sienta satisfecho.
Es maravilloso saber que hay un sentido, que el expresarnos tal y como lo dicta el corazón, sin mascaras de por medio, nos hacerca cada vez más y más a la respuesta de la interrogante. Y que al final, esa interrogante deja de ser pesada para convertirse en una simple pregunta más.
Porque al final de cuentas, si estamos aqui es porque lo merecíamos. Tal vez no lo parezca, pero bueno, ya estamos aquí... habrá que hacer algo con ello...

lunes, 10 de marzo de 2008

Deseo

Hoy.. Deseo que mis ojos se abran…

“Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús se acercó, y caminaba con ellos. Más los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; más él se desapareció de su vista” Lucas 24: 15,16,30 y 31.
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Estoy propenso hoy a perder en un momento mi sentido espiritual, ignorando las cosas grandes que Dios hace por mí. Puedo ser llevado como ciego por el sendero de la confusión diaria.
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No darme cuenta de que las maravillas espirituales tales como las presencia de Dios y las esfera celestial no están lejos de mí….sino que caminan conmigo. Cuando los dos discípulos reconocieron a Jesús después de caminar con él camino a Emmaus, ellos solo estaban mirando lo que estuvo con ellos todo el tiempo. Ellos hablaron con él.
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Él les preguntó…. él les enseñó por las Escrituras y les animó, sin embargo no lo entendieron hasta que el partió el pan..y cuando abrieron sus ojos….ya él no estaba con ellos.
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Qué sintieron ellos? Sin duda, tristeza, dolor y molestia al no ver quien estaba con ellos desde el principio.
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Cuanto del cielo yo puedo perder si hoy mantengo mis ojos puestos en el desánimo, la duda, el aburrimiento y en el desierto oscuro de la incredulidad.
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Hoy necesito orar como Eliseo lo hizo por su siervo cuando dijo: “Te pido Señor que abras los ojos a éste joven, para que pueda ver”. Luego de la oración de Elías, el siervo miró espiritualmente y vio los fuerzas resplandecientes de Dios que estaban alrededor de las colinas.
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Hoy, necesito mirar espiritualmente, porque si miró lógicamente, carnalmente, suspicazmente o naturalmente yo puedo perder de vista la presencia de Jesús y las realidades celestiales.
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Hoy, necesito mirar con mucha expectactiva las realidades espirituales. Los grandes héroes de Dios siempre vivieron en dos mundos.
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Ellos vieron el mundo material , pero tuvieron ojos para ver lo espiritual y cuando lo contemplaron lo trasmitieron a otros, porque ellos supieron vivir en la escena espiritual sin salir de la esfera terrenal.
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Job cuando entendió esta verdad puso de decir con firmeza: “De oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven, por lo tanto me retracto y me arrepiento en polvo y en ceniza” Job 42:5-6.
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Señor: Muchas veces me encuentro en un círculo vicioso. Pierdo de vista lo espiritual, porque mi fe parece desvanecerse, cuando mis ojos se concentran solo en lo visible.
A veces voy camino a Emmaus, lamentándome, quejándome, entristeciéndome y protestando, mientras a mi lado tu vas preguntándome…Porque estás triste y que es esto que hablas?. Y ni siquiera escucho tus palabras.
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Quiero hoy que abras mis ojos para ver tu hermosa presencia. Amén
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Dr. Serafín Contreras Galeano
www.serafincontreras.com

domingo, 9 de marzo de 2008

Me Cansé

¡Me cansé! Entiendo que el mundo evangélico no admite que un pastor confiese su cansancio. Conozco muchos pasajes de la Biblia que prometen restaurar a los inválidos. Comprendo que el profeta Isaías enseña que Dios restaura las fuerzas de aquel que ha perdido el vigor. También se que Jesús da alivio a los cansados. Por eso, ya me preparo para las censuras de aquellos que van a escandalizarse con mi confesión y considerarán que soy un derrotista. Sin embargo, no puedo disimular: me encuentro exhausto.
No, no me cansé de Dios o de mi vocación. Continúo entusiasmado con lo que hago; amo a Dios, como también amo a mi familia y a mis amigos. Permanezco esperanzado. Mi agotamiento tiene otras fuentes.
Me cansa el discurso repetitivo y absurdo de aquellos que mercadean con la Palabra de Dios. Ya no aguanto más que se tomen versículos sacados del Antiguo Testamento, que se aplicaban a Israel, para vender ilusiones a quienes llenan las iglesias buscando alivio. Esa posibilidad mágica de revertir una realidad cruel me destruye, porque se que es pura propaganda engañosa. Me cansé de los programas radiales donde los pastores no anuncian más los verdaderos contenidos del evangelio; porque gastan el tiempo alardeando las virtudes de sus propias instituciones. Causa hastío saber de las infinitas campañas y reuniones de oración, todas con el propósito exclusivo de abarrotar sus templos. Considero a los amuletos evangélicos cosas horribles. Me cansé de tener que estar explicando la abismal diferencia que existe entre la verdadera fe bíblica y las creencias populares supersticiosas.
Me cansa la lectura simplista que algunos sectores evangélicos hacen de la realidad. Me siento triste cuando percibo que la injusticia social es vista como una conspiración satánica, y no como fruto de una construcción social perversa. No se consideran los siglos de preconceptos, ni que existe una economía perversa que opera privilegiando a las elites desde hace siglos. No aguanto más cultos para atar demonios o para quebrar las maldiciones que están sobre Brasil y sobre el mundo.
Me cansa la aburrida repetición de las teologías sin creatividad ni riqueza poética. Siento lástima de los teólogos que se contentan reproduciendo lo que otros escribieron hace siglos. Presos por los moldes de sus escuelas teológicas, no logran admitir que existen otros puntos de vista en la lectura de las Escrituras. Conviven con una teología prefabricada. No alcanzan a ver su pobreza porque creen que basta profundizar en el conocimiento “científico” de la Biblia, y develarán los misterios de Dios. La aridez fundamentalista agota mis fuerzas.
Me cansan los estereotipos pentecostales. Que doloroso es observarlos: sin una nueva visitación del Espíritu Santo, buscan crear ambientes espirituales con gritos y manifestaciones emocionales. No hay nada más desolador que un culto pentecostal con una coreografía cuidadosa, pero sin vitalidad espiritual. Me cansé, incluso, de los chistes contados por los propios pentecostales sobre los dones espirituales.
Me cansé de escuchar historias sobre evangelistas extranjeros que vienen a soplar sobre las multitudes. Me dejan desanimado porque se que provocan a las personas a “caer bajo el poder el Dios” para sacar fotografías o grabar el acontecimiento y después hacer fortunas en sus países de origen.
Me cansan las preguntas que me hacen sobre la conducta cristiana y el legalismo. Recibo todos los días varios mensajes electrónicos de personas que me preguntan si pueden beber vino, usar piercing, hacerse tatuajes, recibir tratamiento con acupuntura, etc. La lista es enorme y parece inacabable. Me cansa esa mentalidad pequeña, que no sale de las insignificancias, que no concibe un ejercicio religioso más noble; que no piensan en los grandes temas. Me cansa la gente que necesita bozales, que no sabe ser libre y no logra caminar con principios. Considero intolerable convivir con aquellos que se conforman a una existencia bajo el dominio de la ley y no del amor.
Me cansan los libros evangélicos traducidos al portugués. No tanto por las traducciones mal realizadas, tampoco por los ejemplos tomados del golf o del béisbol, que nada tienen que ver con nuestra realidad. Me cansan los paquetes prefabricados y el pragmatismo. Ya no aguanto más libros con diez leyes o veintiún pasos para cualquier cosa. No logro entender como una iglesia tan vibrante como la brasileña necesita copiar los ejemplos del Norte, donde la abundancia es tanta que los profetas denuncian el pecado de la complacencia entre los creyentes. Me cansé de tener que opinar si estoy de acuerdo o no con un nuevo modelo de iglecrecimiento copiado y que está siendo adoptado aquí en Brasil.
Me cansa la falta de belleza artística de los evangélicos. Hace poco tiempo fui a ver un show de música evangélica, sólo para salir de allí devastado. La música era mediocre, la poesía ordinaria, y lo peor, se percibía el interés comercial tras el evento. Que diferente del día que me senté en la sala San Pablo, para escuchar la música que Johann Sebastian Bach (1685-1750) compuso sobre los últimos capítulos del Evangelio de San Juan. Bajo la batuta del maestro, subimos al Gólgota. La sala se llenó de un encanto mágico en los primeros acordes; cerré los ojos y me sentí en un templo. El maestro era un sacerdote y nosotros, la platea, una asamblea de adoradores. No logré contener mis lágrimas en los movimientos de los violines, oboes y trompas. Aquella belleza no era de este mundo. Envueltos en misterio, transcendíamos la mecánica de la vida y nos transportábamos para el lugar donde Dios habita. Mis lágrimas en aquel momento también fluían con pesar por la distancia estética de la actual cultura evangélica, contenta con tan poca belleza.
Me cansa tener que explicar que no todos los pastores son ambiciosos y que las iglesias no existen para enriquecer a su liderazgo. Me cansé de tener que dar explicaciones todas las veces que hago cualquier negocio en nombre de la iglesia. Tengo que demostrar que nuestra iglesia no tiene ninguna deuda impaga, que no es rica y que vivimos con un presupuesto ajustado. No existe nada más extenuante que ser obligado a demostrar, a familiares y amigos no evangélicos, que aquel último escándalo del periódico no representa a la gran mayoría de los pastores que viven dignamente.
Me cansan las vanidades religiosas. Es agobiante observar a los líderes que adoran cargos, posiciones y títulos. Desprecio los acuerdos políticos que arreglan las elecciones para los altos puestos denominacionales. Me cansé de las vanidades académicas, con las maestrías y los doctorados que solo enriquecen los currículos y generan una tonta soberbia. No soporto escuchar que otro más se autoproclamó “apóstol”.
Se que estoy cansado, sin embargo, no permitiré que mi cansancio me vuelva cínico. Decidí luchar para no atrofiar mi corazón.
Por eso, elijo no participar de una máquina religiosa que fabrica íconos. No me pelearé por los primeros lugares en las fiestas solemnes patrocinadas por gente importante. Jamás ofreceré mi nombre para componer la lista de oradores de cualquier conferencia. Renuncio a querer adornar mi nombre con títulos de cualquier especie. No deseo ganar aplausos de auditorios famosos.
Buscaré la convivencia de los pequeños grupos, preferiré comer con los amigos más queridos. Mi refugio será al lado de personas simples, pues quiero aprender a valorar los momentos sencillos de la vida. Leeré más poesía para entender el alma humana, más novelas para continuar soñando y mucha buena música para hacer la vida más hermosa. Deseo meditar otras veces delante de la puesta del sol para, en silencio, agradecer a Dios por su fidelidad. Quiero volver a orar en lo secreto de mi cuarto y a leer las Escrituras como una carta de amor de mi Padre.
Es posible que otros se encuentren tan cansados como yo. Si ese es tu caso, te invito a cambiar de agenda; romper con las estructuras religiosas que absorben las energías; volver al primer amor. Jesús afirmó que de nada sirve ganar el mundo entero y perder el alma. Todavía hay tiempo de salvar la nuestra.
Ricardo Gondim
Soli Deo Gloria. http://gondimenespanol.blogspot.com/2007/03/estoy-cansado.html
Traducido por Gabriel
¡Me cansé! Entiendo que el mundo evangélico no admite que un pastor confiese su cansancio. Conozco muchos pasajes de la Biblia que prometen restaurar a los inválidos. Comprendo que el profeta Isaías enseña que Dios restaura las fuerzas de aquel que ha perdido el vigor. También se que Jesús da alivio a los cansados. Por eso, ya me preparo para las censuras de aquellos que van a escandalizarse con mi confesión y considerarán que soy un derrotista. Sin embargo, no puedo disimular: me encuentro exhausto.
No, no me cansé de Dios o de mi vocación. Continúo entusiasmado con lo que hago; amo a Dios, como también amo a mi familia y a mis amigos. Permanezco esperanzado. Mi agotamiento tiene otras fuentes.
Me cansa el discurso repetitivo y absurdo de aquellos que mercadean con la Palabra de Dios. Ya no aguanto más que se tomen versículos sacados del Antiguo Testamento, que se aplicaban a Israel, para vender ilusiones a quienes llenan las iglesias buscando alivio. Esa posibilidad mágica de revertir una realidad cruel me destruye, porque se que es pura propaganda engañosa. Me cansé de los programas radiales donde los pastores no anuncian más los verdaderos contenidos del evangelio; porque gastan el tiempo alardeando las virtudes de sus propias instituciones. Causa hastío saber de las infinitas campañas y reuniones de oración, todas con el propósito exclusivo de abarrotar sus templos. Considero a los amuletos evangélicos cosas horribles. Me cansé de tener que estar explicando la abismal diferencia que existe entre la verdadera fe bíblica y las creencias populares supersticiosas.
Me cansa la lectura simplista que algunos sectores evangélicos hacen de la realidad. Me siento triste cuando percibo que la injusticia social es vista como una conspiración satánica, y no como fruto de una construcción social perversa. No se consideran los siglos de preconceptos, ni que existe una economía perversa que opera privilegiando a las elites desde hace siglos. No aguanto más cultos para atar demonios o para quebrar las maldiciones que están sobre Brasil y sobre el mundo.
Me cansa la aburrida repetición de las teologías sin creatividad ni riqueza poética. Siento lástima de los teólogos que se contentan reproduciendo lo que otros escribieron hace siglos. Presos por los moldes de sus escuelas teológicas, no logran admitir que existen otros puntos de vista en la lectura de las Escrituras. Conviven con una teología prefabricada. No alcanzan a ver su pobreza porque creen que basta profundizar en el conocimiento “científico” de la Biblia, y develarán los misterios de Dios. La aridez fundamentalista agota mis fuerzas.
Me cansan los estereotipos pentecostales. Que doloroso es observarlos: sin una nueva visitación del Espíritu Santo, buscan crear ambientes espirituales con gritos y manifestaciones emocionales. No hay nada más desolador que un culto pentecostal con una coreografía cuidadosa, pero sin vitalidad espiritual. Me cansé, incluso, de los chistes contados por los propios pentecostales sobre los dones espirituales.
Me cansé de escuchar historias sobre evangelistas extranjeros que vienen a soplar sobre las multitudes. Me dejan desanimado porque se que provocan a las personas a “caer bajo el poder el Dios” para sacar fotografías o grabar el acontecimiento y después hacer fortunas en sus países de origen.
Me cansan las preguntas que me hacen sobre la conducta cristiana y el legalismo. Recibo todos los días varios mensajes electrónicos de personas que me preguntan si pueden beber vino, usar piercing, hacerse tatuajes, recibir tratamiento con acupuntura, etc. La lista es enorme y parece inacabable. Me cansa esa mentalidad pequeña, que no sale de las insignificancias, que no concibe un ejercicio religioso más noble; que no piensan en los grandes temas. Me cansa la gente que necesita bozales, que no sabe ser libre y no logra caminar con principios. Considero intolerable convivir con aquellos que se conforman a una existencia bajo el dominio de la ley y no del amor.
Me cansan los libros evangélicos traducidos al portugués. No tanto por las traducciones mal realizadas, tampoco por los ejemplos tomados del golf o del béisbol, que nada tienen que ver con nuestra realidad. Me cansan los paquetes prefabricados y el pragmatismo. Ya no aguanto más libros con diez leyes o veintiún pasos para cualquier cosa. No logro entender como una iglesia tan vibrante como la brasileña necesita copiar los ejemplos del Norte, donde la abundancia es tanta que los profetas denuncian el pecado de la complacencia entre los creyentes. Me cansé de tener que opinar si estoy de acuerdo o no con un nuevo modelo de iglecrecimiento copiado y que está siendo adoptado aquí en Brasil.
Me cansa la falta de belleza artística de los evangélicos. Hace poco tiempo fui a ver un show de música evangélica, sólo para salir de allí devastado. La música era mediocre, la poesía ordinaria, y lo peor, se percibía el interés comercial tras el evento. Que diferente del día que me senté en la sala San Pablo, para escuchar la música que Johann Sebastian Bach (1685-1750) compuso sobre los últimos capítulos del Evangelio de San Juan. Bajo la batuta del maestro, subimos al Gólgota. La sala se llenó de un encanto mágico en los primeros acordes; cerré los ojos y me sentí en un templo. El maestro era un sacerdote y nosotros, la platea, una asamblea de adoradores. No logré contener mis lágrimas en los movimientos de los violines, oboes y trompas. Aquella belleza no era de este mundo. Envueltos en misterio, transcendíamos la mecánica de la vida y nos transportábamos para el lugar donde Dios habita. Mis lágrimas en aquel momento también fluían con pesar por la distancia estética de la actual cultura evangélica, contenta con tan poca belleza.
Me cansa tener que explicar que no todos los pastores son ambiciosos y que las iglesias no existen para enriquecer a su liderazgo. Me cansé de tener que dar explicaciones todas las veces que hago cualquier negocio en nombre de la iglesia. Tengo que demostrar que nuestra iglesia no tiene ninguna deuda impaga, que no es rica y que vivimos con un presupuesto ajustado. No existe nada más extenuante que ser obligado a demostrar, a familiares y amigos no evangélicos, que aquel último escándalo del periódico no representa a la gran mayoría de los pastores que viven dignamente.
Me cansan las vanidades religiosas. Es agobiante observar a los líderes que adoran cargos, posiciones y títulos. Desprecio los acuerdos políticos que arreglan las elecciones para los altos puestos denominacionales. Me cansé de las vanidades académicas, con las maestrías y los doctorados que solo enriquecen los currículos y generan una tonta soberbia. No soporto escuchar que otro más se autoproclamó “apóstol”.
Se que estoy cansado, sin embargo, no permitiré que mi cansancio me vuelva cínico. Decidí luchar para no atrofiar mi corazón.
Por eso, elijo no participar de una máquina religiosa que fabrica íconos. No me pelearé por los primeros lugares en las fiestas solemnes patrocinadas por gente importante. Jamás ofreceré mi nombre para componer la lista de oradores de cualquier conferencia. Renuncio a querer adornar mi nombre con títulos de cualquier especie. No deseo ganar aplausos de auditorios famosos.

Buscaré la convivencia de los pequeños grupos, preferiré comer con los amigos más queridos. Mi refugio será al lado de personas simples, pues quiero aprender a valorar los momentos sencillos de la vida. Leeré más poesía para entender el alma humana, más novelas para continuar soñando y mucha buena música para hacer la vida más hermosa. Deseo meditar otras veces delante de la puesta del sol para, en silencio, agradecer a Dios por su fidelidad. Quiero volver a orar en lo secreto de mi cuarto y a leer las Escrituras como una carta de amor de mi Padre.
Es posible que otros se encuentren tan cansados como yo. Si ese es tu caso, te invito a cambiar de agenda; romper con las estructuras religiosas que absorben las energías; volver al primer amor. Jesús afirmó que de nada sirve ganar el mundo entero y perder el alma. Todavía hay tiempo de salvar la nuestra.
Ricardo Gondim
Soli Deo Gloria. http://gondimenespanol.blogspot.com/2007/03/estoy-cansado.html
Traducido por Gabriel

Ojos...

Con Los Ojos De Dios.

 Después de un mes de viajar todas las tardes desde el sur de la ciudad de México hasta el norte para visitar en el hospital de la Raza a mi mamá que había estado en terapia intensiva y por fin la habían trasladado a “piso”, es decir, a un lugar con otros enfermos que ya no se encuentran en peligro inminente, pero que todavía requieren cuidados, esta rutina comenzaba a cansarme.
Todos los días en total hacía de 3 a 4 horas en transporte (ida y vuelta) para poder pasar una o dos horas con mi madre. Como dije, esto me estaba cansando.  Por supuesto quería estar cerca de ella pero yo tenía hijos pequeños y debía atender esas prioridades.
Entonces, un día, leyendo la Biblia me topé con 1 Pedro 1:6   Donde dice: aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas  ¡Vaya! pensé ¡Si tan sólo pudiera ver esto como lo ves tú, Señor,  como “un poco de tiempo” Suspiré.
A partir del día siguiente, las cosas cambiaron.  Durante mi travesía en metro, de pronto sentí que Dios me decía: “dile a aquel hombre que lo amo”.  Yo me sorprendí.  Era un señor bastante malencarado que iba sentado frente a mí.  Me puse nerviosa pero la vocecita insistía: “dile que lo amo”.  Con un poco de nerviosismo, me puse de pie.  El tren paró en la estación y poco antes de que las puertas se abrieran me acerqué al hombre y le dije: “Dios dice que lo ama”. El señor me miró refunfuñando, agresivo, y dijo: ¿Qué? Las puertas se abrieron y yo repetí con calma: “Dios dice que lo ama”.
Sinceramente, no me quedé a esperar su reacción, estaba tan asustada que salí corriendo y las puertas del vagón se cerraron detrás de mí.  Luego, me reía en mis adentros… ¡eso fue algo muy atrevido, Señor! Y, mientras caminaba meditando con una alegría secreta en mi corazón, llegué al hospital, atravesaba los patios cuando frente a mí, venía una muchachita caminando, sin ninguna expresión especial en el rostro.  Entonces Dios me volvió a guiar: “abrázala”.  Yo estaba atónita, pero había algo en mí que me impelía a obedecer.  Con cierta reserva me interpuse en el camino de la joven y le dije: ¿puedo darte un abrazo?
No te conozco ni sé nada de ti… pero creo que Dios sabe que necesitas un abrazo.  Acto seguido, ella se lanzó a mis brazos y se puso a llorar.  Yo no pude decir nada, solamente la abracé y le pedía Dios que la hiciera sentir Su amor y consuelo.
Después de estos eventos yo estaba maravillada y al día siguiente estaba expectante de qué cosas pondría Dios delante de mí, desde que salí de mi casa rumbo al hospital me mantuve alerta… y no falló: era darle palabras de aliento a alguien, hacerle masaje en la espalda a algún familiar de una de las enfermas, darle un caramelo a un niño… ¡en fin!  Así continuó cada día hasta que tres meses después mi madre abandonó el hospital para regresar a su casa.  Debo decir que jamás volví a sentirme fatigada de tener que viajar por horas y aunque fue un tiempo difícil lo recuerdo con cariño…  ¡me pareció tan corto! ¡Tal y como dice la escritura… fue un corto tiempo, pero lo pude ver así sólo por la gracia de Dios!
Rosa Amelia Díaz de Beltrán

sábado, 8 de marzo de 2008

Hoy

Hoy… Mis Ojos Verán Lo Invisible.


Cosas que ojo no vio, ni oído oyó ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman.  1 Corintios 2:9.
La fe se especializa en loinvisible y se sostiene de las promesas que Dios habla, aun cuando el cumplimiento de esas palabras no se vea por ningún lado.
La fe ve lo que tus ojos naturales no pueden ver. Es como un par de lentes infrarrojos que te permiten “ver en la oscuridad” lo que las personas no pueden ver sin los lentes.
La fe es saber, incluso a la 1:30 de la tarde, que las estrellas todavía están en el espacio. El hecho de no verlas no anula su existencia.
A lo largo de tu vida encontrarás una diferencia entre lo que el Señor te dice, y lo que las circunstancias dicen. La fe es una decisión de a quién creerle, no solamente qué creer.  Oramos con fe, tomando la simple pero profunda decisión de creer que Dios está ahí, que Él nos recibe y que nos escucha. Cuando le contamos sobre el dinero que necesitamos para los frenos para los dientes de los niños, sobre el trabajo que perdimos o sobre la amistad rota que queremos que sea restaurada, Él no nos respondería diciéndonos que esas situaciones no son reales.
Son reales y sabía de ellas incluso antes de que se las dijéramos .  La fe no se trata de un par de lentes rosas; no es un juego de fantasía, o un término religioso para la ingenuidad.
Jesús prometió que “no nos dejará” con nuestros propios recursos o estrategias .
La oración es una de las formas en las que Él nos asegura que no nos deja solos para lidiar con las verdaderas, y algunas veces angustiosas realidades de un mundo quebrantado. Él dice: “Tened fe en Dios” (Marcos 11:22). No dice: “Confía en Mí; esos problemas no existen”. Más bien, Él dice: “Confía en Mí; Yo puedo encargarme de ellos en formas que tú no te puedes imaginar”.
Al tener fe en Dios y en Sus promesas maravillosas de hacerse cargo de nuestra vida y de usarnos en un ministerio, se nos puede asegurar, anticipadamente, que Él es fiel a Su palabra. Lo que promete es tan bueno como lo que ya fue entregado. Es como si tu jefe te lleva a cenar a un restaurante exclusivo, sólo para miembros, y te dice que pidas lo que quieras del menú. Pide lo que quieras, y te será hecho (Juan 15:7).
Tu fe no es lo que tú dices que quieres: como si pudieras entrar al restaurante, sin ser invitado por tu jefe, y materializaras una lujosa cena en la mesa frente a ti sólo porque repites: “Brocheta de res, brocheta de res, brocheta de res,” varias veces cada hora. No, el jefe te lleva, y él es el único que puede hacer los arreglos necesarios para que la brocheta de res aparezca frente a ti.
Hoy..veré lo que mis ojos naturales no pueden ver.
Señor, Gracias por abrir mis ojos para contemplar lo que naturalmente no puedo ver. Hoy se que me sorprenderás una vez más. Amén.
Dr. Daniel A. Brown.
Disfrute Tu Diario Vivir.

Equivalencia

Equivalencia Dinámica.

Se vuelven, pero no hacia lo alto, son como un arco engañoso. (Oseas 7:16 LBLA)
Alto – Básicamente existen dos escuelas de pensamiento sobre las traducciones. Una se llama traducción literal. Es un intento de trasladar un idioma a otro palabra por palabra. Con las traducciones literales, soy capaz de trabajar hacia atrás desde la palabra traducida hacia la palabra original. Al menos esa es la teoría.
En realidad, encontramos con frecuencia que en el castellano muchas palabras se utilizan para la misma palabra hebrea, lo cual dificulta la traducción en reversa. En una traducción literal fidedigna, cada palabra hebrea tendría una palabra equivalente en el castellano.
Claro que esto es realmente imposible pues muchas palabras hebreas tienen significados múltiples. No importa lo que hagamos, siempre debemos consultar el original para comprender el significado verdadero.
La segunda clase de traducción es la traducción de equivalencia dinámica. En este método, el idioma original se traduce en lo que significaría en el nuevo idioma. Las palabras del original no son tan importantes como sus significados expresados en el original. Así que cuando se utiliza equivalencia dinámica, encontramos con frecuencia que la traducción se coloca en estructuras lingüísticas contemporáneas familiares al lector.
Las palabras originales se pierden en algún lugar detrás de las traducciones en cuestión. La equivalencia dinámica es grandiosa para capturar las expresiones idiomáticas, pues una expresión idiomática es de hecho una expresión cultural relevante. Pero con frecuencia, la equivalencia dinámica esconde las suposiciones de los traductores. Así que, por ejemplo, cuando la NIV traduce sarx (carne) como “naturaleza pecaminosa,” la traducción importa una teología específica que no existe en el texto. Debe ser incorporada al texto.
La versión de la Biblia conocida como El Mensaje es probablemente el mejor ejemplo contemporáneo de una traducción pura de equivalencia dinámica. Es sencillamente imposible trabajar a la inversa de La versión El Mensaje para descubrir las palabras originales.
Claro que las traducciones literales también tienen sus problemas. Este verso de la NASB es el ejemplo perfecto. La palabra hebrea es “al”, una palabra que hemos aprendido funciona como preposición con amplio espectro de significados (recuerda “ningún bien fuera de Ti”).
Aquí la traducción palabra-por-palabra nos dice que la palabra original es al, pero no nos permite ver el significado metafórico. A fin de cuentas, ¿Qué en los cielos querrá decir Oseas con que no se vuelven hacia lo alto? Eso es absurdo. Probablemente Oseas utiliza una expresión idiomática que se pierde en la traducción original. Claro que en cuanto escarbamos a fondo en el texto original descubrimos que “al” también se utiliza como una apelación a Dios, propiamente, El Altísimo. Esto tiene toda la lógica del mundo pues la palabra “al” significa todo lo que está sobre, arriba, más allá.
Oseas nos dice que estas personas malvadas que rehúsan la oferta de redención de Dios cambian de dirección, pero no hacia El Altísimo.
¿Y cuál es el por qué de esta pequeña lección sobre una oscura preposición hebrea que puede también utilizarse como expresión idiomática? Porque frecuentemente recibo la misma pregunta, “¿Cuál es la mejor versión de la Biblia?” La respuesta es “Depende.” Debes saber cuál fue el método de traducción que usaron, y después debes hacer ajustes para las posibles consecuencias.
Ninguna Biblia captura todo los significados del texto original. Comienza allí, después trabaja hacia un lugar donde te sientas cómodo con ahondar más. No permitas que nadie te diga que un versículo en castellano o cualquier otro idioma traducido es el verdadero significado de la Escritura. Adquiere algunas herramientas de excavación y comienza a escarbar por ti mismo.
Dr. Skip Moen.
www.SkipMoen.com

viernes, 7 de marzo de 2008

Pensar

No busquemos siempre lo perfecto...

La mujer perfecta...

Nasrudin conversaba con un amigo.

- Entonces, ¿nunca pensaste en casarte?
- Sí, pensé –respondió Nasrudin. – En mi juventud resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco y conocí a una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.
Continué viajando y fui a Isfahan; allí encontré a una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.
Entonces, resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa y conocedora de la realidad material.
- ¿Y por qué no te casaste con ella?
- ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto...
Desiderata
Camina plácidamente entre el ruido y la prisa,y observa la paz que se puede encontrar en el silencio,mientras te sea posible.
Procura estar en paz con todos,expón tu parecer en forma reposada y clara,y escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante,que él también tiene algo para contarte.
Evita a las personas ruidosas y agresivas,que son una vejación para el espíritu.
Si te comparas con los demás puedes volverte petulante o amargado,porque hay siempre quien es inferior o superior.
Interésate siempre por lo que haces,por muy humilde que sea tu tarea siempre perdurará aunque las circunstancias cambien.
Sé precavido en tus negocios, porque el mundo está lleno de engaños,pero que la precaución no te impida ver donde está la virtud,porque hay personas que luchan por alcanzar grandes ideales y toda vida está llena de heroísmo.
Sé sincero, en especial no finjas el afecto y no seas cínico en el amor,porque a fin de cuenta la aridez y el desencanto son tan perennes como la hierba.
Toma con resignación el consejo de los años,abandonando con donaire las cosas de la juventud,y no te preocupes por temores imaginarios,pues muchos de ellos son producto de la fatiga y la soledad.
Por encima de toda disciplina sé benigno contigo mismo, tú eres una criatura del universo, no inferior a las plantas y a los planetas.
Tienes derecho a existir, y lo entiendas o no, el universo marcha como debiera,por lo tanto procura estar en paz con Dios,cualquiera sea la forma en que lo vieras.
Y cualquiera que sean tus obras y aspiraciones en la ruidosa confusión de la vida,procura estar en paz contigo mismo,porque con todo desequilibrio, con toda maldad,es sin embargo un mundo hermoso.
Ten cuidado, esfuérzate por ser feliz.
- Autor Desconocido -

jueves, 6 de marzo de 2008

Completando

Los cuentos siempre tienen una final, pero en la vida real, cada final es un comienzo. Esa frase la escuché en una película que me conmovió bastante, sobre todo esa última linea, ya que en lo que llevo de vida, siempre la he experimentado como algo real.

La parte interesante es que ese final e inicio son difusos, nunca está uno marcado con el otro. Uno va terminando mientras el otro capitulo de tu vida va iniciando, y bien no sabemos distinguirlos hasta que ya estamos en la siguiente etapa de la vida.

En ese punto me encuentro ahora.

Ese extraño punto en donde parece que no se avanza y al mismo tiempo lo vertiginoso de la vida es en donde me encuentro, con una comprensión de la vida que casi me hace llorar.

Porque otra cosa que me he dado cuenta es que la gente en general persiguen una meta final que nunca va a llegar, porque el hecho de llegar a una meta, implica plantearse nuevos desafíos, nuevas obligaciones y un nuevo plan de vida. Todo es movimiento aquí.

Y es por eso que me siento como si estuviera cerrando una etapa importante de mi vida. No creo haber llegado a la meta, he llegado a las metas propuestas, pero aun me faltan más grandes y más divertidas, así que seguiré luchando, viendo finales, y iniciando nuevas etapas.

Agradeciendo claro está, a la vida...