Un vagabundo llamó a la puerta de una hostería llamada “Jorge y el Dragón”.
—”¿Te sobraría un bocado para un pobre hombre?”, le preguntó a la mujer que abrió la puerta.
—”¡No!” gritó ella, dando un portazo.
—”¡No!” gritó ella, dando un portazo.
Unos minutos más tarde el vagabundo volvió a insistir.
La misma mujer abrió la puerta.
—”¿Me podrías dar un bocado para comer?”, dijo él.
—”¡Vete de ahí, inútil!” le gritó la mujer. “¡Y no se te ocurra volver nunca más!”
La misma mujer abrió la puerta.
—”¿Me podrías dar un bocado para comer?”, dijo él.
—”¡Vete de ahí, inútil!” le gritó la mujer. “¡Y no se te ocurra volver nunca más!”
A los pocos minutos el vagabundo volvió a golpear la puerta. La mujer se asomó a la puerta.
—”Perdón”, dijo el vagabundo, “pero, ¿podría esta vez hablar con Jorge?”.
—”Perdón”, dijo el vagabundo, “pero, ¿podría esta vez hablar con Jorge?”.
La vida es la posada llamada “Jorge y el Dragón”. También tú puedes pedir hablar con Jorge.
La vida no es infelicidad ni felicidad. La vida es un lienzo en blanco y uno tiene que ser verdaderamente artista en este asunto.
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