Un ejemplo de fe se encontró en la pared de un campo de concentración. En ella un prisionero grabó las siguientes palabras:
Creo en el sol, aunque no brille.Creo en el amor, aunque no lo expresen.
Creo en Dios, aunque no hable.
Procuro imaginar a la persona que trazó estas palabras.
Trato de imaginarme la mano esquelética que agarró el vidrio roto o la piedra con la que marcó la pared.
¿Que manos pueden haber grabado tal convicción? ¿Qué ojos pudieron haber visto lo bueno en medio de tal horror?
Hay sólo una respuesta: Ojos que escogieron ver lo invisible.
Lucado, M., & Gibbs, T. A. (2001). Promesas inspiradoras de Dios (Page 14). Nashville, TN: Caribe-Betania Editores.
Cada día estamos desafiados a mirar lo visible o lo invisible. Depende de nosotros. Si escogemos lo visible, sin duda nuestra vida se estrechará y la fe se disipará, si escogemos lo invisible, nuestro horizonte espiritual se expandirá.
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. Mateo 11.28–30
Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Salmo 46.1, 11
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